Escrito por el Grupo de Inequidades en Salud- Salud Internacional asociado a la SOCALEMFYC

Nos queremos sumar a la Huelga Feminista convocada el 8 de marzo de 2018 con el objetivo de exigir una igualdad real entre mujeres y hombres en el sector socio-sanitario, además de en el resto de profesiones. Deseamos poner en relieve que, pese a ser un ámbito laboral ocupado mayoritariamente por mujeres, existe a día de hoy una importante brecha salarial y un techo de cristal aún por romper en los diferentes puestos de responsabilidad y gestión.

Diferentes informes publicados recientemente cifran la brecha salarial en el sector entre hombres y mujeres en el 27%. Lo que se traduce en que el salario medio de las mujeres sea de 23.889,48 euros de media, mientras que el de los hombres alcanza los 32.830,89 euros. Esto implica que las mujeres cobren 9.000 euros menos de media anualmente. La causa de semejante desigualdad se debe, entre otras cosas, a la constante precarización de trabajos ocupados mayormente por mujeres relacionados con los cuidados, la limpieza y la atención sanitaria.

Además dicha brecha salarial se ha ido incrementando durante los últimos años consecuencia de la inexistencia de un plan estatal efectivo que aborde dichos problemas en una época de constantes recortes en sectores públicos como el sanitario.
Según los últimos datos ofrecidos por el Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades, dependiente del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, entre 2008 y 2015 la diferencia salarial entre hombres y mujeres aumentó en las diferentes ocupaciones laborales del sector socio-sanitario.

La brecha salarial ha aumentado

Por ejemplo, entre las «Técnicas y profesionales científicas e intelectuales de la salud y la enseñanza» se pasó de un 94% en relación con el salario de un varón en 2018, a un 88% en 2015 (es decir, la brecha entre hombres y mujeres ha aumentado un 7%). Otro caso también preocupante es el del grupo de «Trabajadoras de los servicios de salud y el cuidado de personas» en el que, según esta agencia del Ministerio, las mujeres han pasado de cobrar el 78% del sueldo de un hombre en 2008, al 76% en 2015. Estas diferencias siguen aumentando, según señalan los diferentes indicadores, lo que nos lleva a una necesaria movilización para frenar y revertir esta injusticia.

Desigualdad en el trato tanto de profesionales como de pacientes, muchas veces encubierto o aceptado por todos, en el que se menosprecia a la mujer o sé sobreestima al hombre, simplemente por el género.

En un momento en el que la mayoría de profesionales sanitarios somos mujeres, no podemos tolerar el menosprecio y la falta de respeto desde ningún nivel:

  1. Por parte del paciente, cuando se dirige a nosotras infravalorando nuestra formación, cuestionando nuestro rango o juzgando nuestro físico, simplemente por el hecho de ser mujeres. Hay que educar en este sentido. Querido paciente, tus médicos del presente y aun más del futuro serán mujeres, bien formadas y buenas profesionales. Valóralas por ello.
  2. Por parte de nuestros propios compañeros, siendo aún más marcado en nuestros superiores: Porque condicionan nuestro comportamiento con actitudes sexistas, juzgando nuestro aspecto antes que nuestros logros profesionales, incluso justificándolos debidos a nuestro físico.
  3. Por parte de las instituciones que dificultan la conciliación profesional y personal al interrogarnos sobre nuestra vida privada y nuestro deseo de tener hijos al aspirar a un contrato. Si todos abogamos por una buena sanidad, es necesario un ambiente sanitario de equidad de género. Seamos valoradas por nuestra profesionalidad y comencemos a buscar conciliación conjuntamente, necesaria para ambos sexos.
  4. Por nosotros mismos como médicos, en el abordaje al paciente mujer
  • Basta de juzgar sobre preferencias y actos sexuales de mujeres. Una violación, un aborto y todo el paradigma de violencia de género son un problema social y nunca, son susceptibles de ser achacados a la conducta de una mujer.

  • Basta de culpabilizarlas a ellas desde la atención sanitaria. Más acompañar, educar y reivindicar.

  • Basta de atribuir síntomas referidos por mujeres a trastornos funcionales o somáticos antes de realizar los estudios pertinentes.

  • Basta de infra diagnosticar la enfermedad coronaria y sobre medicar con ansiolíticos.

Por último, basta de no valorar el trabajo de la mujer como principal sustentadora de cuidados de la familia. No se puede asumir ese rol como algo inherente a la mujer. Es un trabajo no valorado y su valor económico y social debería ser estimable y retribuible.

Todas las mujeres el 8 de marzo a la calle.
Todos a educar, ser conscientes, y apoyar.
Porque si paramos se para el mundo.
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