M. Carmen Fernández Alonso

Coordinadora del Grupo de Violencia Intrafamiliar y de Género de SocalemFyC

Un año más el día 25 de Noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, nos invita de nuevo a la reflexión y a hacer balance sobre la situación de la violencia de género, la violencia machista en nuestro país. Y este año 2023 está siendo un año negro con un aumento de víctimas, a 8 de noviembre 52 mujeres asesinadas, 49 menores huérfanos y no menos importante es la repercusión de esta violencia en la salud, física, mental, en la salud sexual y reproductiva y en el bienestar y en la calidad de vida de las mujeres, sus hijos e hijas y  sus familias  y, en consecuencia, en la sociedad en su conjunto.

Casi una de cada tres mujeres (un 30%) ha sufrido violencia física y/o sexual por su pareja o violencia sexual por extraños  en Europa (Encuesta Europea  2022).

En España, la Macroencuesta de 2019 sobre prevalencia de  Violencia de género (VG), señala que más de la mitad de las mujeres mayores de 16 años sufren o han sufrido algún tipo de VG a lo largo de su vida, y  1.678.959 menores viven en hogares en los que la mujer está sufriendo violencia en la pareja (VMP).

Llama la atención el bajo número de denuncias: 182.073 en 2022, frente a las tasas estimadas de VG, aunque han aumentado en los  10 últimos años, (probablemente porque más mujeres se están atreviendo a denunciar su situación). Es indicativo el hecho de que solo 10 de las 52 mujeres asesinadas este años habían presentado denuncia .

Es aún más grave que el  66,9% de las mujeres víctimas de VMP, el 84,1% de violencia sexual y el 67,2% de violación, no buscaron ayuda profesional tras lo sucedido, lo que significa que viven solas esta dramática situación y sus consecuencias. Ante estos hechos es necesario preguntarnos los porqués.

Estas cifras nos sitúan ante una realidad preocupante por su magnitud, y aun en gran medida, oculta,  silenciada y tolerada, pero muy presente.

¿Qué está pasando en el momento actual?

Nos preocupa la aparición del mensaje negacionista, cuando la realidad es, que el machismo sigue latente, agazapado. Es como un cáncer social, que cuando creemos haberle extirpado, asoma de nuevo sus tentáculos, sus metástasis, porque está sólidamente instalado en el tejido social, a veces en forma de machismo amable,  defendido por las que se autodefinían como” feministas liberales”, que afirmaban que la igualdad está conseguida;  otras en forma del machismo rancio, que nos traslada a épocas muy pasadas y que hoy propugnan algunas formaciones políticas en nuestro país y en  Castilla y León, otras formaciones europeas cuya historia y nombre no queremos recordar.

 El intento de invisibilizar la violencia machista, hablando de violencia intrafamiliar o doméstica, no es casual, ni gratuito, porque son violencias conceptualmente diferentes. Todas importantes, y a todas  hay que dar respuesta, sin duda, pero no se puede ignorar la violencia machista que tiene entidad propia, tal como fue definida por la ONU, y refrendada por la OMS, y que es la responsable del mayor número de víctimas.

Por eso son necesarias sociedades nuevas, educadas desde la infancia en la igualdad,  en el respeto, en la justicia. Las medidas actuales son sobre todo paliativas, y reconocemos que se han hecho muchos esfuerzos y se han producido avances importantes. Algunas mujeres saldrán del maltrato, se curarán; y otras muchas, no. La sociedad seguirá enferma en tanto no se consolide la prevención. Pero esto no es fácil, porque para ello necesitamos educadores y educadoras, sanitarios y sanitarias, maestros y maestras que eduquen en igualdad, que sepan transmitir la riqueza de la igualdad, sin que ni unos ni otras sientan que le son expropiados derechos, sino que van a disfrutar equitativamente del disfrute de los mismos ambos, hombres y mujeres.

Los medios de comunicación y de entretenimiento tienen asimismo un  papel clave, porque es donde se alimentan  niños, adolescentes y adultos; pero sobre todo adolescentes; las series y programas cuyos contenidos trasmiten  ideas y  valores  siguen reproduciendo y normalizando roles machistas con un barniz de modernidad, que cala incluso en la chicas, trasmitiéndolas una falsa ilusión de igualdad.

El sistema sanitario, los servicios de salud están llamados a jugar un papel relevante en esta lucha contra la VG, y así fue reconocido en la Conferencia Mundial de Salud de la OMS (2016), contribuyendo:

  • A la prevención con un enfoque comunitario, y sobre todo,
  • En la detección precoz,  porque las mujeres frecuentan mucho nuestras consultas por motivos diversos, y nos dan la oportunidad de preguntar, y también porque nos conocen y en general confían en sus profesionales sanitarios, sobre todo de Atención Primaria.
  • Atención tras la detección de un caso, al menos con la respuesta inicial, es otra de nuestras funciones, así como detectar sus necesidades inmediatas, las de sus hijos y familias y canalizar las demandas para que tengan la mejor respuesta.
  • El papel de los y las profesionales sanitarios es tan importante porque nuestra intervención y nuestro apoyo a las supervivientes, puede  modificar la evolución del maltrato, porque puede paliar o evitar las consecuencias, en ellas, en los hijos e hijas. De ahí nuestra responsabilidad como profesionales.
  • Para ello necesitamos formación para poder dar la respuesta  adecuada,  exigir los recursos necesarios y coordinarnos con otros profesionales y sectores, porque las respuesta a la violencia machista exige de la participación multisectorial, de la unión de esfuerzos para generar sinergias que aseguren la efectividad de las intervenciones. 

Sabemos que para atajar esta violencia son necesarios la voluntad y el compromiso político que se plasme en políticas públicas, con intervenciones multisectoriales a medio y largo plazo que aboguen  por la superación de las desigualdades y de la discriminación, que ha de ser un objetivo de mujeres y hombres en una sociedad democrática; porque hablamos de derechos humanos y de justicia. Por ello es necesario contar también con el compromiso social y profesional y asimismo contar con las víctimas y escuchar su voz.

Todos, todas,  somos necesarios  para acabar con la violencia machista. El “25 de Noviembre”, Día Internacional de la Eliminación de la violencia contra la mujer, sirve para recordar y llamar la atención de este problema,  pero solo el trabajo diario contra esta violencia podrá conducir al  éxito.

Por último, queremos trasmitir nuestro mensaje a las mujeres, a todas las mujeres, adolescentes, inmigrantes, profesionales, mayores, personas diversas:  

Los Centros de Salud son espacios de ayuda y de seguridad para ellas; que los y las profesionales podemos ofrecerlas, apoyo, información, asesoramiento y acompañamiento desde la cercanía. Que nos tendrán a su lado orientando sus pasos en el largo periplo que se inicia cuando deciden pedir ayuda  o poner fin a una relación de maltrato. Que su salud y su bienestar nos preocupan, y que nuestras las puertas de nuestras consultas están abiertas para ellas y sus familias.

También les dedico como final esta frase de Mario Benedetti, para aquellas mujeres que se sientan sin fuerzas, al límite, para las que no se han atrevido aun a dar el paso:

“No te rindas, por favor no cedas. Aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños” (Mario Benedetti)

M. Carmen Fernández Alonso

Coordinadora del Grupo de Violencia Intrafamiliar y de Género de SocalemFyC

Share This